Desde los lejanos tiempos de la conquista, en ambas riberas del río Mapocho y a pocos metros del centro de la ciudad de Santiago de Chile se formó el arrabal de La Chimba, cuyo significado en quechua es "de la otra banda".
A mediados del siglo XVIII era posible observar en este espacio una infinidad de precarias viviendas o "guangualies", como se les llamaba en la época, las cuales albergaban una numerosa población mal entretenida y "sin costumbres ni ocupación". A mediados del siglo XIX, este lugar era conocido también como "la vega del mapocho" y, junto con albergar a una vasta población popular, tenía la función de abastecer de productos frescos de chacarería y otros a los habitantes de Santiago. La canalización del río Mapocho permitió la delimitación y ordenamiento de la vega, además de la construcción de galpones más adecuados para la descarga y venta de los productos traídos de los campos vecinos.
En 1895, gracias a la iniciativa de Agustín Gómez García, se inició la construcción de la Vega Central y la ampliación de sus terrenos que, hacía 1916, ocupaban un espacio de 6.000 metros cuadrados, adquiriendo una fisonomía propia y muchas de las familias locatarias. En aquel tiempo y por un largo período que perduró hasta la década de 1970 la venta de los productos se hacía por medio de remates al mejor postor.
En 1972 se calculaba que más de ocho mil personas, entre locatarios, martilleros, consignatarios, cargadores y empleados, trabajaban en la Vega Central y más de sesenta mil individuos compraban a diario en este lugar una gran variedad de productos. A ellos se sumaban "timadores", "pedigueños", "carteristas", "lanzas" y otros tipos de "rateros", los cuales abundaban en el sector a pesar de los esfuerzos de las autoridades por controlar el delito.
En la década de los setenta y de los ochenta del siglo veinte concluyeron los remates municipales y se formó la Inmobiliaria Vega Central, la cual se rigió por los principios del libre mercado. Actualmente, este tradicional espacio santiaguino se enfrenta al desafío de la modernización sino quiere sucumbir ante los proyectos urbanísticos de la capital, las restricciones municipales, los intereses inmobiliarios y la competencia del nuevo Mercado Mayorista de Santiago.
Los excelentes precios que siempre han ofrecido sus locatarios y su ubicación privilegiada en el centro de la ciudad, hace que los capitalinos la consideren como una muy buena opción al momento comprar los alimentos. Cualquier conversación sobre economía doméstica que se considere bien informada, no dejará de mencionar sus reconocidas bondades.
Fuente: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos www.dibam.cl
Investigadora: Macarena Donoso Andalaft
Fotografías: Gabriela Sepúlveda Schwarztmann
Corrección y montaje: Luis Valderrama Jerez
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